Esclavos y cómplices

Muchos de nosotros estamos movidos por la inquietud de descubrir la verdad, que quizás pensamos nos ocultan. Nos sentimos de alguna forma atacados y ofendidos por las grandes corporaciones que nos suben el precio de la gasolina sin mas explicación, que nos ponen veneno en nuestras comidas a través de pesticidas y químicos que nos crean enfermedades para después vendernos los fármacos a precio de oro y seguir haciendo mas y mas dinero.

 

Pues bien muchos de nosotros nos hemos empapado de documentales, escritos, libros y demás que nos explican con todo lujo de detalles como nos están envenenando y conspirando para instaurar un nuevo orden mundial déspota e injusto para nosotros.

 

Lo cierto del caso es que a parte de dejarnos con un nivel de frustración y estrés enorme, ya que nos colocan en el papel de victimas desamparadas que poco o nada pueden hacer para cambiar su destino, no nos ofrecen ningún tipo de solución o salida para cambiar el panorama que nos presentan

 

Es verdad que somos en cierta medida esclavos, es cierto que quizás hayamos caído en la trampa de comprar lo que no necesitamos, de consumir sin medida, de acoplarnos al sistema con todo lo que eso significa, pero no es verdad que seamos victimas de nada ni de nadie y mucho menos que no podamos cambiar lo que al final del día nosotros mismos hemos creado y alimentado.

 

Ahora para que cambie el sistema tenemos que cambiar nosotros, y cuántos de nosotros estamos dispuestos a cortar nuestras cadenas?

 

Si no comprásemos esa comida que está cargada de químicos, no la venderían. Si no usásemos las tarjetas de crédito no nos cobrarían los intereses usureros y descomunales que cobran. Si no viésemos programas basura en la televisión, desaparecerían. Si no comprásemos productos manufacturados en la china, se acabarían las importaciones y reflotaríamos las economías locales.

 

Porque cerraron las fabricas textiles, por ejemplo, en los países industrializados?

Porque nosotros preferimos comprar un producto más barato aunque fuese de peor calidad y fuésemos a destruir un montón de empresas y puestos de trabajo.

Y porque?, porque nos hace falta esa chaqueta o esa camisa, NO, probablemente tenemos 20 chaquetas colgadas en el armario, es solo porque queremos más.

 

Más de todo, más ropa, más zapatos, más propiedades, más televisiones, más y más y más.

 

Lo más curioso y triste a la vez de todo esto es que tenemos más sin ningún lugar a dudas de lo tuvieron nuestros padres o nuestros abuelos. Mas comodidades, mas ropa, mejores casas, mejores coches, transportes, comunicaciones. Tenemos mucho más que en generaciones anteriores, pero no somos más felices, al contrario, hemos ido cambiando los valores más importantes que esas generaciones nos pasaron, la familia, la lealtad, la fraternidad, la honestidad, el respeto, por todo el compendio de comodidades que como telas de araña nos han ido atrapando hasta convertirnos en esclavos de nuestras posesiones, de nuestros deseos. Esclavos del ansia de tener más, de poseer más aun pagando el alto precio de nuestra propia felicidad.

 

Pero no nos demos golpes de pecho pues nadie nos ha puesto una pistola en el pecho para crear la realidad que tenemos y de igual forma nadie nos está poniendo una pistola en el pecho para que sigamos manteniendo la misma realidad.

 

No hay duda que necesitamos un techo, un coche, ropa para cubrirnos pues no vamos a salir desnudos a la calle, pero aparte de las necesidades que todos sobradamente sabemos, podemos convertirnos en consumidores conscientes, podemos volver a invertir nuestro orden de valores y prioridades, podemos volver a ayudarnos entre vecinos, entre amigos, podemos pasar más tiempo con nuestra familia y menos con la televisión o el ordenador.

 

Si dejamos de alimentar el sistema morirá por inanición y entonces daremos paso a un nuevo orden mundial, pero no precisamente el que nos pintan en esos documentales que muchos hemos visto, sino el nuevo orden mundial que nosotros queramos construir y alimentar.